El tratamiento para el consumo de fentanilo debe abordarse con un enfoque integral y especializado debido a su alta potencia y peligrosidad. El primer paso es una desintoxicación médica supervisada, diseñada para manejar los síntomas de abstinencia de forma segura. Este proceso, realizado en un entorno controlado, garantiza la estabilidad física del paciente y reduce riesgos graves como convulsiones o complicaciones cardíacas.

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Tras la desintoxicación, se implementa la terapia medicada asistida (MAT), utilizando medicamentos aprobados como la buprenorfina o la naltrexona. Estos fármacos ayudan a controlar los deseos intensos de consumo y estabilizan al paciente mientras se avanza en su recuperación.

Paralelamente, se trabaja en las raíces psicológicas del consumo a través de terapias individuales, como la terapia cognitivo-conductual, y sesiones grupales que fomentan el apoyo mutuo. Estas intervenciones ayudan al paciente a desarrollar habilidades para manejar el estrés, las emociones difíciles y los desencadenantes que podrían llevar a una recaída.

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Finalmente, el programa incluye un plan de seguimiento y prevención de recaídas, con acceso a grupos de apoyo y herramientas prácticas que refuercen la sobriedad a largo plazo. Este enfoque integral aumenta significativamente las posibilidades de una recuperación sostenible.